UNA TRAMPA PARA SCHOPENHAUER/ Él es uno de mis filósofos favoritos, lo considero extremadamente lúcido y poderoso, porque sus argumentos son tan sociológicamente certeros que no puedo refutarlos. Hasta ayer. Ayer leía un libro con dos textos del alemán: Metafísica del amor y Metafísica de la muerte. El problema surgió con el primero de ellos, un texto que seguramente habrá releído Freud para postular que el amor es el ansia de perpetuar la especie. Eso es precisamente lo que propone Schopenhauer, pero él añade la visión pesimista sobre el ser humano, entonces perpetuar la especie es perpetuar sus dolores, su imperfección. Intenta desarrollar un sistema ético bajo el cual el castigo mayor para los delincuentes no sería la pena de muerte, puesto que eso acabaría con sus dolores, sino la castidad, la castración. Toma la voz de Platón en República, que habla de un sistema similar para perpetuar la "raza buena", pero Platón es tan aristócrata que me suele producir arcadas. Nunca buscó la inclusión de los seres desprotegidos, sino el propio beneficio al lado de los poderosos. Por esa razón creyó ver en los filósofos al gobernante perfecto, porque él era uno de esos filósofos.
El error imperdonable de Schopenhauer es no darse cuenta de la otra posibilidad. ¿Cuál es esa otra posibilidad? Gozar del amor sin buscar la procreación o la perpetuación de la especie. En la actualidad hay una crisis enorme a nivel humano, el descreimiento de cualquier solución a los problemas de los débiles y sin voz es total. Pero si existe algo que nos puede salvar, eso es el amor. Es la única fuente de esperanza para toda esa "raza mala".
Y precisamente el sentimiento de comunión que nos produce la desprotección, nos hace más fuertes. Y nace así también el amor filial, el amor hacia los que consideramos iguales a nosotros, o sea, desprotegidos, sin voz, los "malos". Los no aristócratas platónicos.