Pocas veces me ha pasado quedar con la garganta cerrada al saber de la muerte de un desconocido. Lo cierto es que hoy voy a hablar de dos desconocidos que yo sentía muy cercanos, me refiero a Valdo Delgado y a Eduardo Pinto, charanguista y bajista, respectivamente, de Miles de años.
La semana pasada ellos llenaron de buena música mis días en Potrerillos, con los dos primeros discos de Miles de años y con Mensajes de la tierra de Sandra Amaya, arreglado por Valdo. En el 2006 los escuché por primera vez y hubo un click muy grande a partir de allí. Hoy casi no escucho música en inglés y es paradójico que una banda instrumental me lleve a ello. Pero qué banda, loco! Y, por lo tanto, qué perdida! Sólo nos queda de Miles de años su percusionista, Quique Öesch, un grande, un lujo. Escucharlos era una experiencia sensorial. La noticia de su muerte también.