
El Rasti va más allá, y a pesar de que cada ladrillo puede penetrar y ser penetrado, lo que hablaría de una relación amorosa travestida, su objetivo es la construcción y el desarrollo en conjunto. Es, sin duda, una metáfora del amor.
No importa el color del ladrillo, aludiendo a la igualdad de razas en temas afectivos; no importa el tamaño de las piezas, ya que cualquiera puede acoplarse a otra. En cuanto a la forma, entendemos que la tradición espiritual nos habla del cuerpo como medio para la evolución transmigracional del alma, por lo que la forma indistinta del ladrillo (cubo o rectángulo) nos habla claramente de una alta espiritualidad en el mensaje del juego. O sea, queda claro que lo único importante es el encastre, el relacionarse una pieza/sujeto con otra, y que el color, el tamaño y la forma son accesorios, de la misma manera que el cuerpo que ocupamos hoy es sólo medio para nuestra evolución personal por ser seres sociales, o "animales políticos" en palabras de Platón.
Como decíamos, el propósito del juego es la construcción de un objeto que se hace más fuerte y homogéneo mientras más elementos lo compongan. Y después de todo, ¿qué es el amor si no la construcción de un nuevo estado o Estado, ya sea amor de pareja o de conciudadanos? En este caso, importa destacar que la metáfora nos habla claramente de la vida en sociedad, de un valor fundamental para mejorar la comunidad. El rasti es amor y política, después de todo.