28/1/08

Sobre el trabajo


TRABAJAR: "sufrir", "esforzarse, procurar por". Del latín vulgar TRǏPALǏARE "torturar", derivado de TRǏPALǏUM "especie de cepo o instrumento de tortura". Este es compuesto de TRES y PALUS, por los tres maderos cruzados que formaban dicho instrumento, al cual era sujetado el reo(1).

Corominas me tranquilizó un poquito al entender que el sufrimiento representado por el trabajo no es únicamente mío o de nuestra generación, sino que ya en la Roma Medieval era considerado de esa forma. Sin embargo, la tranquilidad no me duró mucho, pues por más que la situación se venga repitiendo al menos desde el siglo XIII, como indica Corominas, no deja de ser indignante. Y como decía en el post anterior, los babilónicos consideraban que nombrar es dar vida, pero en realidad algo debe existir (innominado, si se quiere, o desconocido) para poder darle un nombre. En este caso lo que existía antes del verbo trabajar era el verbo torturar, y antes de este existía la tortura con un instrumento al que se ataba un reo. Perogrullo decir que ese reo es también un ser humano y tiene derechos, y que no hay motivos para despojarlo de ellos.

En el colegio nos enseñaron que "el trabajo dignifica" y yo he sentido la impotencia de no tener trabajo, y por lo tanto no tener dinero, y saber que sin dinero mi familia no come. Pero esto nos lleva a un círculo tiránico mediante el cual un empleador puede abusar de esa realidad y sumir en el terror del hambre a su empleado. Ejemplos actuales hay muchos: los empleados de Dana Spicer, del Casino Flotante, los de Campo Grande en Mendoza. Y cantidad de casos menores, pero no por eso menos terribles y angustiantes.

Ciertamente me indigna el hecho de que existan personas tan poco sensatas como para reprimir a los empleados que piden lo que les corresponde. Trabajadoras de Campo Grande denunciaban que el Director de la Empacadora se jactaba de haber incrementado los ingresos en un porcentaje muy alto, pero a la hora de repactar los sueldos se olvidan de que gracias al sudor de esas mujeres y hombres ellos engordan su bolsillo. Y se toman un té. Y el único que sufre todo es ese pobre oprimido que ve subir los precios y su sueldo se mantiene.

Un caso paradigmático es el de los empleados del Casino Flotante. Me saca de quicio ver las publicidades estatales promoviendo el blanqueo de personal cuando yo trabajo hace más de dos años en una radio del Estado Hipócrita donde casi la mitad de los empleados estamos en negro. Ese mismo blanqueo de personal, junto con el aumento de sus salarios, es el reclamo de los empleados del Casino Flotante. Ellos llevan más de 70 días de huelga. ¿Y el Estado ha hecho algo? Claro que sí. Mandó a la Prefectura Naval para reprimir a los huelguistas, mandó a representantes del Ministerio de Trabajo para que manipulen la información sobre lo sucedido. Círculo que cierra si denunciamos a Cristóbal López, conocido empresario kirchnerista y propietario de este y más de diez casinos a lo largo del territorio nacional(2).

Todo esto me genera ciertas preguntas lindantes con lo utópico, ¿qué pasaría si hiciéramos una huelga masiva, algo parecido al boicot del tomate? Me pone de los pelos que no podamos hacer valer nuestro trabajo. Que nos metan el dedo en la nariz y la mano en el bolsillo. Pero es casi imposible organizar algo de esas magnitudes. Entonces comienzo por denunciar. Creo que esto dará para largo.





(1) Extraído de COROMINAS, J, Breve diccionario etimológico de la lengua castellana, 3 ed., 13 reimp., Madrid: Gredos, 2006.
(2) Puede leer sobre el conflicto de los trabajadores del Casino Flotante en la página de la Agencia de Comunicación Rodolfo Walsh.