26/4/07

Sobre la TV

La importancia de la TV A mediados de la década del 60, dos teóricos, uno canadiense, otro italiano, generaron un debate sobre la Televisión como medio comunicativo, pero, principalmente, sobre el mensaje en dicho medio. Marshall McLuhan proponía algunos conceptos interesantes sobre la historia de la cultura, conceptos que terminaban en el, hasta ese momento, último eslabón de la cadena: la TV. Su obra más importante da fe de ello desde su título: El medio es el mensaje. Allí postula que todo lo que se emita por TV tiene un mensaje común que no puede ser adaptado a las necesidades de cada programa, por extensión, el medio genera un público específico. Por su parte, Umberto Eco proponía que el mensaje depende del receptor, y distinguía dos tipos de ellos: uno, descreído, reservado; otro, totalmente absorto por el medio. Apocalíptico e integrado, el nombre con que designó a cada uno de esos tipos, también el título de uno de sus libros más comentados.

Lo que sucede hoy en día es atroz. Encontramos una programación que no tiene cultura, entonces pienso si el medio es el mensaje, significa que la TV siempre será basura. Frente a esta postura, la de Eco parece más viable, pues no le quita protagonismo al ser humano, quien elige qué actitud tomar respecto del medio de comunicación.

No se debe creer que justifico el contenido de sus programas, pero en nosotros está la decisión de ver o no un determinado programa, pues no por el hecho de tener un TV se debe ver todo lo que se produce, aunque esta parezca la actitud de algunos. Sobre todo de esos programas misteriosísimos que tratan de la vida privada de los integrantes de nuestra farándula, extrañamente conducidos por una sarta de idiotas de quienes no se sabe nada.


Sinceramente no sé si es el programa más visto actualmente, pero seguro el más alienante, en el sentido de enajenamiento de la esencia del ser humano, a quien no quiero creer estúpido por naturaleza, más bien estúpido por manipulación de algunos sectores muy interesados en generar una masa de idiotas a quienes se puede comprar con un par de tetas. Aún no logro entender cuál es la conexión entre un servicio de Internet y los glúteos de una mujer (quizá el hecho de que en la Red se pueda encontrar muchas fotos y videos), o de una cerveza y esas cosas plásticas que imagino tan desagradables al tacto.


McLuhan distingue dos tipos de medios: los fríos y los calientes. A mayor cantidad de información suministrada más caliente es considerado; en este contexto, la TV, según el autor, es un medio caliente, y como el espectador no tiene que participar completando esa información, su papel pasivo es catalogado como frío. Este punto es de vital importancia si tenemos en cuenta que el medio se ha arraigado tanto en nuestras vidas que podemos pasar muchas horas frente al aparato ejercitando nuestra pasividad y nuestros malos ocios. Sucede que luego salimos a la calle y compramos cada basura vista en TV (As seen on TV, o, más bien, Ass seen on TV).

Todo este rodeo para recaer en la recomendación esperable: no creas en todo lo que ves en la pantalla. Yo prefiero pensar en una especie de conspiración política que manipula los medios para crear idiotas, seres sin raciocinio y sin conciencia y sin memoria. Creo que desde hace unos diecisiete años, con el comienzo del proceso menemista, fatal para cualquier persona sensata, la decadencia es inminente y terrible. Dos personajes han copado los horarios desde aquel entonces: Jorge Rial y Marcelo Tinelli; sus programas son muy vistos, alienantes y cada vez con contenidos más bajos.


La hipótesis de la conspiración puede parecer un tanto paranoica, digna de un universitario activista, joven e inexperto, pero es preferible no descartarla hasta poder demostrar lo contrario, pues difícilmente traiga consecuencias negativas el pensar de esta forma. Debemos ser "apocaplípticos", hablando a nivel de los medios de comunicación; debemos aprender a integrarlos en la medida en que no tornen nuestra participación en algo pasivo. Frente a estas corporaciones, existen otros medios de comunicación masiva, los llamados "individuales", que permiten ser controlados por quien lo desee (aquí debe leerse: celulares e Internet), dando lugar a una participación altamente activa en el mensaje. De ellos hablaré en otra ocasión.