27/1/07

El juicio final

Análisis de la Religión ¿Es la Religión una Institución verdadera?, o bien, ¿qué es la Religión, qué es la Iglesia? ¿Hasta qué punto la Iglesia representa a Dios o a los intereses de su clase? Sobretodo esta última pregunta voy a tratar de abordar, pero quiero retrotraerme hasta tiempos anteriores a la creación de la Religión Católica. Y si me refiero sólo a ella es porque es la Religión oficial de casi todos los países de Latinoamérica.

Si vamos hasta los grupos religiosos más primitivos, por ejemplo, los babilónicos tenían a Marduk como dios principal, pero no creador ni de la tierra ni de los seres humanos, y una Gran Morada de las Sombras donde el juicio era algo muy vago y el castigo consiste en comer los desperdicios, en caso de que nadie le rinda culto y no haya sido enterrado. Esta tradición, y muchas otras, pasaron a Grecia, cultura sin un Libro Sagrado, como lo será para las futuras generaciones La Biblia. Homero nos habla del Reino de Hades, similar al babilónico.

El pueblo romano recibió una fuerte influencia de Grecia, y en tiempos cercanos al nacimiento del Cristianismo pensaban en el Tártaro como la Morada de Plutón, donde sólo los malos sufrían castigo. Así figura en La eneida de Virgilio; luego vino la Iglesia Católica y saltamos hasta Dante. En La divina comedia, el Infierno es un lugar donde los muertos sufren castigos por sus pecados. La diferencia dada por la evolución del concepto salta a la vista: el Infierno pasa a ser un instrumento a favor de la clase gobernante, que en ese momento era una lucha entre los reyes y la Iglesia Católica, que muchas veces conseguían aliarse. Pero sucede que el sistema judicial siempre ha presentado fallas, y terribles falencias si lo comparamos con lo ofrecido por el Infierno y la vida supraterrena. Primero, los jueces son humanos, y, por lo tanto, su apreciación puede ser incorrecta, ya por filiación al demandante, ya por error; segundo, la condena puede ser eludida. Por otro lado, el juicio divino y su castigo eterno es más eficaz: Dios no puede errar y es ineludible el cumplimiento de su veredicto, que, además, es eterno.


Pero no puedo dejar de pensar que los representantes de Dios en la Tierra (ellos sí creadores de la Religión y de sus preceptos) son igualmente falaces que un juez humano, justamente por compartir tal condición. Y ni hablar de la poca responsabilidad sobre sus decisiones que les otorgaba el ser jueces divinos en la Tierra, pues la verdad sobre la condena era siempre un misterio. Sin alejarnos mucho, en la Inquisición se vivió un estado de cosas digno de la más cruel dictadura; allí se mataba en nombre de Dios a quien discrepara o ellos consideraran un peligro, sumiendo en el terror al orbe. En aquellos años, la ciencia tuvo un retroceso y el arte evolucionó siempre de la mano de los ídolos e imágenes religiosas. Antonio Escohotado agrega que de los tiempos de la Inquisición datan los primeros registros de muerte por sobredosis. En aquellos tiempos se consumía principalmente opio, tradición también venida desde Oriente, junto con la del Reino de los Muertos. Estas dos tradiciones fueron degeneradas a gusto de los gobernantes, que, como ya he dicho, eran una alianza Rey-Papa u Obispo.

Entonces, en la actualidad, disociada la Iglesia de la política, ¿cuál es su función? ¿mantiene relaciones con el poder de turno? Pues, claro que sí, es la respuesta a la última de estas preguntas. Se ha hecho carne en los pueblos la presencia de un Ser Superior, que suele ser común a una cultura: la Religión funciona como elemento unificador, generador de un misticismo cómplice. Ejemplo: el primer intento de Revolución en el México de principios del siglo XX, llegó cargado de un positivismo
ateo que buscaba fines nobles, pero dejaba de lado el elemento religioso… y ese intento fracasó rápidamente. Más tarde, tomando como estandarte de la lucha la imagen de la Virgen de Guadalupe, la Revolución consiguió derrocar a Porfirio Díaz. Por lo general, la Iglesia se muestra sedienta de poder. Hay excepciones, claro, como siempre, pero yo hablo en términos abarcadores.

Casi una Institución más del Estado nacional, tenemos discursos religiosos en Bush y en Bin Laden, fundamentalistas. Eduardo Galeano preguntaba: ¿contra Dios quién puede luchar? Respondo con mis hombros en alto.