Justificación de la violencia ¿Qué pasa en las calles? Todos hablan de la inseguridad y critican a los organismos responsables de ella. No cabe duda de que funcionan muy mal, pero hay un punto que hemos olvidado y creo necesario recordar.
Primeramente debemos buscar las causas de esa violencia, las causas de que la gente esté continuamente alterada y predispuesta a reaccionar de manera inadecuada. Estoy seguro de que, más que la causa el causante, es el Estado. ¿Qué instituciones componen el Estado? Teóricamente, tres: el Poder Legislativo, el Poder Ejecutivo y el Poder Judicial, si bien puede agregarse dos más según la concepción que cada uno tenga, y la mía los incluye: el Poder Económico y el Poder Mediático; obviando el fantasma de la Religión. Contra algunos de estos organismos se puede reaccionar: recordemos la destitución de De la Rúa, el Trueque como economía alternativa, y los medios individuales de comunicación masiva (celulares e Internet). Pero, frente a los poderes Legislativo y Judicial ¿cómo hacerlo? Frente a diputados y senadores que se preocupan más de sancionar leyes que declaren las acequias patrimonio cultural de la provincia, o que se preocupen de los travestis que ejercen la prostitución en las calles y no de todos y todas los que la ejercen allí mismo…
El número cuatro de la revista mendocina La quinta pata tiene un artículo sobre el "regreso del hombre renacentista". Nuestros funcionarios que desempeñan cargos en un Ministerio y pasan en el siguiente gobierno a otro y así sucesivamente. Yo me pregunto: ¿Estamos ante el regreso del hombre renacentista, multifacético o simplemente son estos personajes fantoches de otros ocultos, ya por el repudio popular, ya por cierta cordura al robar?
Retomando lo dicho en los párrafos precedentes: frente a jueces más preocupados por su aumento salarial que por ejercer dignamente sus funciones, frente a jueces corruptos que siempre están del lado del capital mayor, ¿qué hacer?
El panorama es el siguiente: la gente trabaja porque necesita vivir y alimentar a su familia, pero el "estado" de las cosas no ayuda en nada, o, lo que es peor, no pretende hacerlo. El párrafo anterior revela dos hechos terribles: por un lado, los jueces están más preocupados por su aumento salarial que por ejercer correctamente su cargo; por otro, que estos señores no tienen idea de la realidad del país, o, lo que es peor, no les importa en lo más mínimo. Unamos estos dos puntos: la realidad nacional y el problema judicial; delincuencia siempre va a haber, lo difícil es cuando la gente se ve obligada a actuar de manera violenta ya que la situación sobrepasa sus límites de tolerancia. Si el violador queda impune, pues nuestros jueces nunca tienen las pruebas necesarias, mi nivel de indignación se eleva… y es lógico, porque la justicia es injusta. Entonces la gente piensa en hacer justicia por sus propias manos.
Con este planteamiento no intento justificar la violencia de las canchas de fútbol, producto de la inconsciencia de sus actores, ni la violencia que se respira a cada paso en las calles. Pero sí intenta justificar la violencia de los vecinos que linchan a un violador, pues esa gente busca la justicia como fin, no la maldad, ni el destrozo.
JUSTICIA f. Orden de convivencia humana que consiste en la igualdad de todos los miembros de la comunidad. ¨ Comportamiento justo. ¨ Equidad, rectitud. ¨ Poder judicial. ¨ Ministro o tribunal que ejerce justicia. ¨ Pena o castigo público. ¨ fam. Castigo de muerte. ¨ Atributo de Dios por el cual premia o castiga a cada uno según sus merecimientos. ¨ Una de las cuatro virtudes cardinales. ■ JUSTIFICADO, DA; JUSTIFICADOR, RA.
Esta definición dista mucho de la realidad nacional, sobre todo cuando atribuye a los ministros o tribunos el ejercicio de la justicia. Sin embargo, la sexta acepción toma como agente al pueblo y resuena casi como una amenaza, no al pueblo mismo, pero sí al sistema y a los organismos responsables de bregar por "la equidad de la comunidad".
En fin, estamos frente a un punto de quiebre. Es el día del juicio a nuestros jueces, los responsables tanto de la injusticia como de la violencia, nueva forma de aquello perdido.